sábado, 1 de fevereiro de 2014

António Lobo Antunes: “Nadie escribe como yo. Tampoco yo”


Afuera, la tarde en Lisboa es gris y fría, con un aguacero feo que parece no cansarse nunca de ladrar. Dentro, en su casa de barrio pobre, como él dice, António Lobo Antunes (Lisboa, 1942), rodeado de libros por todas partes, de frases de escritores anotadas en la pared, fuma sin parar, sonríe a menudo, bromea, invita a grappa y echa la ceniza, invariablemente, en la cajetilla vacía del Marlboro light. Se nota que está contento. Hace dos años, el escritor portugués, candidato eterno al Nobel y autor de un puñado de obras maestras por las que cualquier novelista mataría —Fado Alejandrino, Esplendor de Portugal, El orden natural de las cosas, Manual de inquisidores, En el culo del mundo...— recibió a este corresponsal en la mesa pequeña del rincón donde se sienta a trabajar día tras día con el ánimo por los suelos, debido a que, según él, probablemente no iba a terminar ningún libro más. Desde entonces ha escrito dos novelas o, como él dice con su sonrisa irónica, “dos cosas”. De ahí la sonrisa de quien no se concibe sino escribiendo. En España se publica ahora Sobre los ríos que van (Random House), en la que narra su paso por el hospital en 2007 para operarse de un cáncer que superó. La experiencia, eso sí, está descrita a la manera alucinada, intensa y poética de este escritor dueño de un universo propio. Por eso, además de enfermeras, médicos, aparatos, pastillas y un paciente llamado Lobo Antunes a merced del destino y del tic-tac del reloj de la muerte, el protagonista soberano es la infancia.

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