“¿Por qué nunca hubo una huelga en una fábrica de armas? (...) ¿Qué pasa
para que la clase obrera tan capaz de luchar, no haya conseguido traspasar las
puertas de una fábrica de armas? (...) El arranque, o mejor, el impulso para el
libro que estoy escribiendo es éste”. Un
José Saramago (1922-2010) ya
físicamente muy debilitado anunciaba en la presentación de
Caín, la
que sería
su
última novela: Alabardas
(Alfaguara)
. Ayer, cinco años después de aquellas palabras, en el
teatro Nacional de Lisboa, se presentó mundialmente su grito contra la
violencia.
Allí estaban para corroborar la voz ya débil -pero la pluma aún fuerte- del
Nobel de literatura, el juez Baltasar Garzón -que consiguió arrestar a
Pinochet-, el escritor Roberto Saviano -autor de
Gomorra, y amenazado
de muerte por las mafias- y las editoras de Saramago en Brasil, Italia,
Portugal y España, más 800 personas que llenaban el teatro.
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