Hace algún tiempo me preguntaron cuándo conocí a José Saramago. Mi respuesta sigue siendo la misma y este viernes por la mañana cuando un SMS de mi amigo Omero Ciai me despertó, desde la lejana Roma, con la noticia de su muerte, me volvió a retumbar en la memoria: "Fue al revés, él me conoció a mí primero en la barriga de mi madre".
Saramago era entonces tratado en la familia por 'Zé', ese diminutivo cariñoso, familiar y muy portugués que le damos a los 'José'. Fue alguien que siempre estuvo presente allí desde que tengo uso de razón, física y espiritualmente y que Patrocinia, a la sazón empleada en la casa de mis padres, acostumbraba a decir que era un 'adorno' de la casa. Para nosotros lo más natural era que 'Zé' tocara a la puerta, entrara sin decir nada, pidiera un café y se enroscara en el sillón con un montón de papeles en la mano cuyo contenido parecía corregir con una imponente pluma de fuente, un objeto que se distinguía por encima de su modesta forma de vestir.
El Mundo, Espanha.
sábado, 26 de junho de 2010
Memorias de Saramago
Etiquetas:
José Saramago
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